
Mi amiga iba con dos compañeras de laburo, aprovechando un feriado largo, en el tiempo de los diálogos, se llenaron de anécdotas y vivencias . Llegando a destino una de sus compañeras le comenta a mi amiga que ella conoce en Uruguay a un amigo que le encantaría presentárselo por la afinidad intelectual que notaba entre ellos dos, mi amiga contesto que no tenia problema, el hombre tenia pareja, otro hombre.
Bueno, llegando al lugar en auto, uno de esos pueblitos perdidos de Uruguay, después de no haber dormido en toda la noche, decidieron quedarse esperando adentro del vehículo. Una baja del auto, se dirige a una casa antigua entra y vuelve a salir invitándolas a pasar, se levantan con “un bueno, si no nos queda otra” piensan. Cuando entran, a mi amiga no le daban los ojos para mirar el lugar, ella es artesana, todo lo estético y armónico la puede.
Comenzaron a dialogar entre los cinco, la pareja del dueño de casa permanecía apartada, pregunta va pregunta viene, el dueño de casa le pregunta a mi amiga que hacia, ella le cuenta que estaba trabajando de diseñadora grafica pero que es artesana, le pregunta si estudió, le responde que si, -donde? -En la Pueyrredon Igual que mi pareja, Daniel!, -en que año te recibiste? -... -igual que mi pareja!.
A todo esto Daniel comenzó acercarse al grupo recién llegado y mirando de reojo a mi amiga, que también empezó acercarse a él y muy despacio casi en cámara lenta , debajo de una luz que pendía del techo, una escena cinematográfica, si se me permite el atrevimiento; cuando se encuentran frente a frente él grita agarrándose la cabeza, comienza tomándola a mi amiga en el aire abrazándola , dando vueltas de alegría. Gritando Marisa!!! mi amiga le responde -Adoquín!!! En medio de los abrazos Daniel le dice –pensé que estabas muerta- -yo también pensé que estabas muerto-responde Ana -Ya no soy mas adoquín SOOOY DANIEL!!!- -yo no soy mas Marisa SOOOY ANA!!!
Los caminos de la vida tienen estos agujeros temporales, que nos dejan sin palabras ante el reencuentro con otro. En otro espacio, otro tiempo, habían militado juntos en las villas, en la época de estudiantes universitarios y por obvias razones ninguno sabia nada del otro, el velo que pone la memoria ante situaciones limites muchas veces nos sirven para sobrevivir al dolor.
Hay heridas que no cerraron, continúan doliendo, por eso es mejor no acercarse demasiado a los recuerdos, pero el destino es impredecible.
Graciela Romero
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