(versión libre de un poema de Pipo Pescador)
Un cuento más para mis nietos, besos.
Natacha es una piedra al lado del camino, que necesita ser amada, que quiere ser amada por el resto de los seres que conviven en este planeta. Y sueña con alguna vez poder contener dentro de su regazo una flor. Es por ahora, el sueño más importante que necesita llevar a cabo, ya que las predicciones de los que la rodean no hacen más que tirar abajo su deseo con fatalistas argumentos.
-Una piedra es una piedra, nació helada y muere helada su destino es estar siempre a los pies de una montaña- sentenciaban sus vecinos. Ellos habían viajado y recibido noticias de que una piedra nunca podría cobijar una flor. No encontraba quien pudiera traerle una semilla, los insectos se reían de semejante idea ¿una piedra cobijar una flor?
Las aves murmuraban - No puede ser, no es natural-.
Un día llego a su regazo una semilla, empujada por la brisa primaveral de una especie desconocida en el valle, que supo acomodarse a sus grietas para anidar. Natacha inmediatamente le ofreció el agua acumulada de la lluvia y un huequito para sus raíces. Los demás habitantes del pie de la montaña, descreídos que pudiera nacer una flor en una piedra, le daban la espalda burlándose, mientras tanto la flor crecía, luciendo sus pétalos naranja, cada vez mas hermosa.
Por el cuidado que le brindaba Natacha y el agua acumulada para regar a su flor, ésta se erguía hermosa y sentíase sumamente amada por la simple piedra que le dio refugio.
Alguna vez cuando ames si sabes guardar el agua, con el agua saldrá un tallo y con el amor tres alas coloreadas de naranja, finalmente te crecerá una flor con los pétalos naranja, entre las murmuraciones de los que nunca hacen nada.
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