Cuentan unos científicos que se hizo un experimento en dos islas. Con gran distancia entre ellas, en cada una de las islas vivían cien monos. Luego de vivir un tiempo juntos les tiraron bananas a la costa. Comenzaron a acercarse para ver que era eso que les llegaba desde el agua, lugar, si se quiere, en el que nunca habían incursionado.
Habiendo tomado una de las bananas, una de las monas decidió comérsela, no pudo, estaba llena de arena cubierta toda su cáscara. Otra se quedo observando y una vez que la primera se aleja disgustada por el sabor a arena en su boca, decidió volver a realizar lo mismo pero con una diferencia: enjuago la banana en la costa y comenzó a pelarla para luego comérsela. Hecho esto, los noventa y nueve monos restantes, mirando la escena de la playa, hicieron lo mismo. Al mismo tiempo, en la otra isla, a la que también habían llegado bananas pero los monos no habían producido ningún movimiento para acercarse, comienzan hacer lo mismo con las bananas. Lo que los científicos explican es que: si cien mentes piensan lo mismo, las cosas pueden cambiar. Me parece que estamos en condiciones que el mundo sea distinto, somos mucho más que cien.